¿Hace un café?

Bueno quien dice café dice té con limón que yo el café como diría Lina Morgan, "no lo cato, no lo cato y no lo cato" es que no me gusta ná de ná, aunque sí su olor cuando está molido, me pasa como con la gasolina que no he probado por razones obvias de seguridad, pero que me gusta como huele, igual que con la pintura lo que me recuerda un viejo chiste.

"Están dos señores en un museo viendo un cuadro cuando uno de ellos muy circunspecto se dirige al otro y muy serio le pregunta -¿oiga y a usted le gusta la pintura?

Psssche responde el otro -no está mal pero al segundo bote ya me empalaga un poco."

Tampoco fumo, es más si existiera, pertenecería a la "Sociedad española de no fumadores confesos y ejercientes" no aguanto el humo, ni que mi ropa huela a tabaco sin embargo abrir una cajetilla y aspirar el olor de los cigarrillos sin encender sí que me gusta al igual que el tabaco de pipa. Esto me viene de los años escolares cuando don Jaime, mi barbado o barbudo profesor de historia, fumaba en pipa durante las clases.

Y ya para concluir no solo no me gusta sino que odio con todas mis fuerzas el olor a humanidad que hay en el metro durante los meses de verano, esa sobaquina de algunos que te tira para atrás como si te hubiera golpeado un peso pesado en un combate de boxeo, un suponer, digo.