Pinar nevado

MODUS OPERANDI

Equipo básico: Un dia más mi inseparable Pentax Optio 50L.

Trípode: A pulso como un campeón.

Descripción detallada del proceso: No sé por qué pero cada vez que veo ésta foto me da por pensar en el oso Yogui, en Bubu y el guardabosques en el parque de Yellowstone ó Jellystone, supongo-sospecho-imagino-me-parece que la infancia marca más de lo que uno cree y el subconsciente guarda imágenes, sonidos, olores y hasta sensaciones que luego, pasados un montón de años y ante el correspondiete estímulo salen a flote -iba a decir como el cuerpo del ahogado- pero ésto me pareció aunque muy real y visual pelín tétrico así que mientras me pienso otra metáfora os dejo con éste pinar de la sierra madrileña cubierto de nieve a poco más de 1400 metros de altitud, ya daba cosa leer el letrerito informativo pero es que si además tienes la curiosidad, osadía y falta de prudencia y sentido común como para asomar las narices un poco más allá del quitamiedos de la carretera y mirar para abajo, entonces los 1400 se convierten en 8000, es como si de pronto estuvieras en lo alto del Everest -eso por lo menos- notas que el oxígeno de repente deja de llegarte a los pulmones, las piernas te flaquean y alargas los brazos en todas direcciones de manera obseso-compulsiva buscando desesperadamente algo a lo que sujetarte para no dar con tus huesos en el fondo del precipicio -porque uno ya sabe que se caerá justamente hacia adelante- ante el mareo que empiezas a experimentar, los colores se vuelven todos grises, los párpados parpadean apresuradamente luchando para que no se junten y pierdas definitivamente el mundo de vista, el inevitable soponcio está ganando terreno, aún mantienes algo de raciocinio y tratas de pensar pero es un acto reflejo perfectamente coordinado ante la situación de alarma lo que hace que pegues un brinco hacia atrás sin saber de donde sacaste las fuerzas ni quien ha dado la órden de retirada, intimamente das gracias al cielo al tiempo que te abofeteas la cara de lado a lado buscando reestablecer la circulacion de la sangre, recuperar el calor perdido, reubicarte física y geográficamente y cambiar el rictus del rigor mortis por otro más alegre. Todo ocurrió en cuestión de segundos, no muchos pero que largos pueden llegar a ser.