Les cuento.
Un grupo de gente joven, uno haciendo cabriolas en una bici y el resto bien pertrechados de cámaras, trípodes y algún otro archiperre desconocido por mí, se encargaban de las fotos.
En el mientras tanto paseantes y turistas se detenían como yo mismo a observar y esperar la ocasión. No hacía falta camuflarse ni disimular pues los chavales no ponían ninguna objeción a los fotógrafos, pero no tenían ninguna prisa y yo no soy tan paciente así que miré para otro lado y ya.
¡Ala! inmortalizado queda para los restos ese fotógrafo.
ResponderEliminarQue le había costado darse un poco de maña.
La paciencia es un buen don para la fotografía y que yo tampoco tengo.
Un abrazo
Muy elegante tu nueva forma de presentar las fotos.
ResponderEliminarEn esta de hoy ,destacaría la compo,me gusta ese espacio que tiene el fotógrafo por delate.Bien hecho.